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Intervención del presidente del principado de asturias, Adrián Barbón

07/09/2021

Gracias por haberme ofrecido la oportunidad de participar en la inauguración de esta escuela de verano de la Unión General de Trabajadores. Gracias porque siempre es un honor acompañaros y gracias también porque estamos en una ocasión muy adecuada para abordar el porvenir de Asturias y de España.

El lema que habéis elegido para esta edición es “recuperar lo social tras la pandemia”. Toda una declaración de intenciones. Es una mezcla de título y manifiesto, podríamos decir. Vaya por delante que lo comparto de pleno, pero dejadme enhebrar algunas reflexiones que acabarán guiando esta intervención hacia la especial coyuntura que vive nuestra comunidad.

Empiezo por una obviedad. La pandemia ha provocado una fortísima crisis que ha conllevado la mayor caída del PIB desde la Guerra Civil. Para no extenderme, me quedo solo con un subrayado: la crisis no sobrevino a causa de un problema económico, como ocurrió con la Gran Recesión, derivada de la codicia financiera, sino de un acontecimiento imprevisto y externo.

Os preguntaréis por qué reseño algo evidente. Pues porque ese distinto origen explica muchas de las cosas que están sucediendo.

Fijémonos en la respuesta internacional. Como la crisis ha golpeado a todos, ahora no ha habido categorías de países buenos y malos, como ocurrió durante la anterior. Todos recordamos la troika y sus hombres de negro, el temor a la intervención y el empeño en la austeridad. Se trataba de disciplinar a los Estados supuestamente derrochadores, como Grecia o incluso España, para que aprendieran la lección.

Vamos a dejarlo ahí. Haya sido porque los países más poderosos también están sufriendo en sus propias carnes el daño económico o por haber asumido el fracaso del austericidio, la Unión Europea ha reaccionado de manera radicalmente opuesta, como demuestra la aprobación del programa Next Generation, los famosos fondos de recuperación. Para mí, europeísta convencido, ha sido una alegría. Lo he dicho en otras ocasiones: creo que la UE se jugaba su propia razón de ser.

También en España ha sido diferente, y conviene resaltarlo. Por ejemplo, el recurso a los ERTE, con sus sucesivas prórrogas, ha sido una medida valiente y decisiva para paliar los estragos laborales. Es de justicia reconocer que se ha gestionado con inteligencia, siempre propiciando el consenso.

Ya podemos esbozar una primera conclusión. La crisis ha recibido una respuesta distinta, tanto en Europa como en España. En nuestro país, el gobierno ha reaccionado como le corresponde a un gobierno de izquierda, con los matices que queramos añadir. Esto también hay que reconocerlo con todas las palabras y valorarlo como merece. Se me hace imposible imaginar a un gobierno de la derecha aprobando el ingreso mínimo vital en pleno confinamiento. Yo, que conocí desde la Alcaldía de Laviana la respuesta del Gobierno de España de la derecha a la pasada crisis, os digo que no tiene nada que ver con lo que hemos vivido en esta. Entonces, recortes. Hoy, políticas para proteger el empleo y a los trabajadores. Que nadie olvide esto jamás: las cosas hubieran sido muy diferentes, como la propia historia nos recuerda.

Voy con la segunda reflexión. Esta crisis no se combate sólo con medidas de estímulo. No basta con “cebar la bomba”. De esta crisis salimos si logramos superar la pandemia. Lo afirmo de forma rotunda para ver si se entiende de una vez: sin salud pública no han recuperación que valga.

Contra lo que han hecho otras comunidades, el Gobierno de Asturias siempre ha actuado con esta premisa. Por eso hemos aplicado limitaciones cuando ha sido necesario para contener los contagios, a costa de sufrir críticas muy duras. Conste que las asumo: entiendo que quienes se han visto perjudicados por las restricciones protesten y ataquen al Ejecutivo. Entiendo peor que quienes saben que todas estas limitaciones se aplican también allí donde gobiernan, que saben también que están basadas en el criterio técnico y la evidencia científica, se rindan al populismo más oportunista para hacer oposición.

Esta ligazón entre reactivación y evolución sanitaria nos lleva a otra evidencia: allí donde el Estado de bienestar es más fuerte, la capacidad para superar la crisis y sus secuelas es también mayor. Fijémonos en Asturias, donde estamos tan orgullosos de nuestros servicios públicos.

  • Por ejemplo, si hemos sido capaces de prestar atención hospitalaria a todas las personas que lo han necesitado, sin regatearla en función de la edad, ha sido gracias a la fortaleza de nuestro sistema sociosanitaria. En otras comunidades sabéis que no sucedió así, que hubo enfermos de residencias que no recibieron esa atención.
  • O el mismo éxito de la campaña de vacunación, que ya rebasa en el Principado el 80% de la población total con pauta completa, sería impensable sin un buen sistema de salud.

Son dos realidades que se complementan. Por un lado, la protección de la salud pública facilita y estimula la recuperación. Por otro, un Estado de bienestar robusto se revela como la herramienta más útil para superar la pandemia. Los corolarios son obvios. Tenemos que interiorizar que la economía nunca camina sola, que no se puede buscar el crecimiento a costa de lo social. Y debemos recordar también que unos servicios públicos sólidos son también un factor de crecimiento económico.

La tercera reflexión se ancla en la anterior. Ahora que la recuperación se va constatando semana a semana, tenemos que pensar cómo construimos el futuro inmediato. A mí no me gusta decir post pandemia. Esa situación aún no ha llegado y ya veremos cuándo podemos afirmar con propiedad que hemos dejado atrás el coronavirus. En cualquier caso, es cierto que los indicadores reflejan una reactivación pujante, también en la recuperación del empleo y la disminución del paro. Según los últimos datos, el paro ha descendido a niveles desconocidos desde noviembre de 2008 y el número de cotizantes a la Seguridad Social se ha elevado a niveles previos a la crisis sanitaria. Queda mucho por andar, pero son buenas noticias.

Por tanto, sí, incluso sin dar por vencida la epidemia estamos en condiciones de hablar de crecimiento. Y ahora toca preguntarnos cómo queremos orientarlo. El enunciado es sencillo, pero la contestación es compleja. Voy a intentar explicarme de forma muy esquemática.

En primer lugar, ese crecimiento debe ser sostenido. No podemos conformarnos con un rebote efímero, por intenso que sea.

También debe ser inclusivo, sin dejar a nadie atrás. Como propone el título de esta escuela de verano, ha de recuperar lo social. A propósito, vuelvo a celebrar que el gobierno nacional esté dando una respuesta decidida a cuestiones clave, como la reforma de las pensiones y el aumento del salario mínimo. Añado dos apuntes. En Asturias, garantizar el poder adquisitivo de las pensiones beneficiará a más de 270.000 personas. Por el volumen de recursos que supondrá y por su incidencia en la actividad económica, estamos ante una medida de especial relevancia. El segundo comentario tiene que ver con el salario mínimo. Vamos a dejarnos de debates ideológicos camuflados de disquisiciones técnicas: aumentar el SMI es, simple y llanamente, una cuestión de justicia social. Cuanto antes se suba, mejor.

Nadie debe quedar atrás. Nadie, y especialmente los jóvenes. Los niveles de paro juvenil de España y de Asturias suponen un desafío enorme que no se resolverá sin una combinación de medidas que faciliten la formación, el acceso a la vida laboral y la emancipación. El plan aprobado en junio por el Consejo de Ministros va en la buena dirección. Dotado con casi 5.000 millones, será el mayor esfuerzo económico hecho nunca con este objetivo, pero resultará insuficiente si no revolucionamos la educación y, en particular, la formación profesional. En Asturias, con una de las mejores ofertas de España, vamos a empeñarnos también en ese afán.

Por último, el crecimiento también debe ser transformador. La crisis sanitaria ha sido un catalizador de los cambios. Quien lo dude, que repare en la transición digital y económica, acelerada de forma imparable. Nada va a volver atrás. España tiene ante sí el reto de aprovechar este impulso transformador para afrontar las grandes debilidades de su economía, como la atomización empresarial, la productividad o, muy importante, el escaso peso de la industria.

Prometo ir terminando. Sólo me queda adecuar estas últimas reflexiones a la realidad de Asturias. Volveré a intentar ser esquemático.

Por ejemplo, afirmé que el crecimiento tiene que ser sostenido. Para ello, tenemos que aplicar todos los recursos disponibles a la creación de empleo y riqueza. Cuando digo todos incluyo los presupuestos del Estado y, por supuesto, los presupuestos autonómicos de 2022. El año pasado conseguimos un doble hito: aprobar el mayor presupuesto de la historia con el mayor respaldo político alcanzado nunca, en una lección de responsabilidad compartida por cinco grupos parlamentarios: PSOE, IU, Podemos, Ciudadanos y Foro Asturias. Ahora, Asturias necesita que alentemos la reactivación en marcha con un nuevo acuerdo presupuestario. Lo contrario sería imperdonable. Invito a los partidos a pensar en Asturias y no en sus supuestos intereses electorales. Y digo supuestos porque nada priman y valoran más las gentes de Asturias que el rigor, la responsabilidad y la búsqueda de acuerdos. El diálogo es una fortaleza, no una debilidad.

También aseguré que el crecimiento ha de ser inclusivo. Para eso también sirven los presupuestos, para ampliar y mejorar los servicios públicos: nuestra sanidad, nuestra educación, los derechos sociales. Los sindicatos lo sabéis muy bien porque siempre hacéis hincapié en estos capítulos cuando negociamos la concertación. El año pasado volvisteis a demostrar que sabéis estar a la altura de las circunstancias: fuimos capaces de acordar en un plazo récord un pacto social pionero en España, con una mesa dedicada específicamente a las políticas de igualdad. El Gobierno de Asturias va a echar el resto en las próximas semanas para alcanzar un nuevo entendimiento con UGT, CCOO y la patronal, un pacto que recoja vuestras inquietudes de modo que puedan plasmarse en el próximo presupuesto.

Y, por último, añadí que debe ser transformador. Estoy seguro de que la concertación también abordará esta cuestión. Como Europa, Asturias está transitando ya hacia la nueva economía verde y digital. A lo largo de los últimos meses hemos podido comprobar cómo las empresas se están preparando con el despliegue de proyectos que suman una inversión ingente.

El Gobierno del Principado va a apoyar esas ganas de cambio porque Asturias no puede volver a quedar atrás. Por primera vez en mucho tiempo, nuestra región puede estar a la vanguardia de una auténtica revolución industrial; una revolución que, como todas las grandes transformaciones, provoca recelos, pero que se está revelando como una gran oportunidad para la consolidación industrial y el desarrollo económico.

Me preocupa que esta afirmación sea mal interpretada, que se entienda como un ejercicio de autobombo. Todo lo contrario. El Gobierno del Principado nunca ha dado la espalda a los problemas, jamás hemos negado las dificultades. Cuando ha habido una decisión negativa o decepcionante para los intereses de la comunidad autónoma nos hemos pronunciado con toda rotundidad, hablando alto y claro, porque anteponemos los intereses de Asturias a cualquier otro. Por ejemplo, seguimos considerando necesario abaratar el coste de la energía para las empresas electrointensivas. Valoramos todos los avances que se han realizado, como el aumento de las compensaciones por sobrecostes de CO2, pero también advertimos que es insuficiente.

Por lo tanto, nada de regalarnos los oídos. Claro que hay problemas graves y serios. Pero aceptar esas dificultades es compatible con el reconocimiento de que la transición ecológica y digital está abriendo las puertas a una nueva etapa en el desarrollo de Asturias, y esa es una ocasión que tenemos que aprovechar al máximo quienes estamos convencidos del potencial de crecimiento del Principado. El futuro de Asturias no está en negar la descarbonización, sino en aprovecharla. El ambicioso plan presentado por Arcelor no es una excepción. Sobresale por su dimensión, por su apuesta innovadora y por su repercusión económica, pero hay decenas de empresas que están planeando inversiones para modernizarse tecnológicamente y ser más competitivas. Asturias está bien enganchada al tren de la nueva economía verde, y nuestra responsabilidad es ayudar a superar ese desafío con todos los recursos posibles; en especial, con el uso adecuado de los fondos europeos. Estoy convencido de que sabremos hacerlo.

Espero no haberos robado más tiempo de lo necesario, pero no quise resistirme a la oportunidad de explicaros cuáles son los planteamientos del Gobierno del Principado. Para fortalecer lo social, como proponéis, y para entrar de lleno esta nueva etapa en el desarrollo de Asturias. Una etapa en la que, como vengo diciendo, Asturias debe ser dueña de su destino.

DECLARO INAUGURADA LA VIGÉSIMO PRIMERA ESCUELA INTERNACIONAL DE VERANO MANUEL FERNÁNDEZ LÓPEZ LITO


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