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Intervención del Presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón
Les agradezco su asistencia a la celebración de Fitur, de nuevo condicionada por la expansión de la pandemia. Es una lástima. En primer lugar, por la desorbitada incidencia de la enfermedad, con todas sus consecuencias sobre la vida, la salud pública y el sistema sanitario. Sin duda, esa es la gran preocupación que todos compartimos.
Pero también es una lástima porque esta cita debería convertirse, sin sombra alguna, en una auténtica invitación al optimismo. Dirán que no es una novedad, porque a lo largo de los últimos ejercicios se han acumulado las buenas noticias en torno al turismo. Lo que ocurre es que en esta ocasión podemos, y debemos, ser mucho más ambiciosos: estamos en las vísperas de que Asturias multiplique su potencia hasta unos niveles inimaginables hace sólo unos años.
La pregunta lógica es en qué fundamento tantas expectativas. A eso voy a dedicar esta pequeña intervención, a explicar el episodio de cambio que afrontamos.
Espero que al acabar estén tan convencidos y convencidas como yo de que si aprovechamos bien las oportunidades ciertas que tenemos al alcance de la mano podremos lograr un fortísimo desarrollo.
Valgan como punto de partida los datos de este verano. Durante julio y agosto superamos tanto el número de visitantes como de estancias de 2019, antes del estallido de la crisis sanitaria. Lo recalco para que no pase desapercibido: no hablo de remontar las cifras de 2020, sino las del ejercicio anterior, previo al coronavirus. Meses más cerca, en octubre, el incremento respecto a 2019 se había multiplicado.
Son indicadores que nos permiten prever que en condiciones de normalidad –sin la distorsión de la pandemia- estaríamos batiendo los records totales de la serie histórica. Tal como suena: habríamos rebasado todas nuestras marcas.
Para empezar a hablar no está nada mal. Asturias, asociada a la idea de calidad natural y seguridad sanitaria, se ha convertido en uno de los destinos más demandados. En nuestras manos está que eso no se limite a una circunstancia coyuntural, sino que sea el inicio de un gran salto adelante en nuestro futuro turístico. Tenemos razones sólidas para alimentar esta esperanza.
Me baso, por ejemplo, en el impacto de los planes de sostenibilidad turística, que van a movilizar aproximadamente 27 millones en los próximos años. El monto es importante. El empresariado, que conoce bien el sector, puede echar la vista atrás para intentar encontrar un esfuerzo económico semejante. Nunca se había hecho nada similar. Hablamos, por ejemplo, y entre otros desembolsos:
- De 1,8 millones para el plan Ecorruta Orígenes de Asturias-Comarca de Avilés.
- De 2,2 millones para el plan previsto para los valles de Aller.
- De 2,8 millones para Gijón.
- De 3,3 millones para la Comarca de la Sidra.
- De 3,5 millones para la comarca Oscos-Eo.
- De casi dos millones para Llanes.
- De 1,9 millones para Teverga.
- Y de casi 1,8 millones para Cangas del Narcea.
Disculpen que los haya enumerado todos. Sé que los números se siguen mal en un discurso, pero es que hablamos de un impulso de primer orden para fortalecer el atractivo de nuestra comunidad autónoma y que hasta ahora –perdón por el exceso de sinceridad- no ha sido valorado ni reconocido como merece.
También me baso en la próxima puesta en servicio de la variante de Pajares y la consiguiente llegada del AVE a Asturias.
Si no surgen imprevistos, a principios de 2023 Asturias estará enganchada a la red de alta velocidad ferroviaria con la puesta en servicio de la variante de Pajares.
Será un hito en el desarrollo de nuestras comunicaciones y también un gran empujón al crecimiento turístico.
Recordemos que desde hace décadas uno de los grandes objetivos del sector es la desestacionalización, que la afluencia de visitantes no se concentre en torno a unas cuantas fechas al año. Hemos avanzado mucho y ahora la conexión con la alta velocidad puede suponer un paso de gigante, un espaldarazo definitivo a este propósito.
Tenemos que hacer las cosas bien y prepararnos para convertir el AVE en un revulsivo turístico para el Principado. Estamos, de nuevo, ante una ventana de oportunidad.
Pensemos en congresos de todo tipo, estancias de fines de semana, asistencias a ferias y certámenes… Las posibilidades que va a facilitar son enormes.
No me olvido, en el mismo capítulo, de citar la ampliación de la oferta de vuelos del aeropuerto, básica para la atracción de turismo extranjero. Ya saben que, aparte de mantener París, aspiramos a contar con enlaces directos con Roma, Milán, Lisboa, Londres, Bruselas, Düsseldorf y un octavo destino entre Dublín, Amsterdam o Fráncfort.
Sigo ofreciendo más razones. Una la tenemos aquí mismo, al alcance de la mano, en este estand dedicado al turismo de la naturaleza, y que también concede especial protagonismo a la cultura sidrera, candidata para su inclusión en el Patrimonio Mundial Inmaterial de la Unesco. Se trata de nuestra gran riqueza natural y cultural, que puede dar muchísimo más de sí.
Permitan una digresión. Hay muchas maneras de diferenciar a las personas, también a las que nos dedicamos a la acción política. Desde que estoy en la presidencia del Principado suelo distinguir entre quienes sienten orgullo de la cultura de Asturias y quienes, al contrario, comparten, y hasta difunden, una visión un punto desdeñosa de nuestro patrimonio.
Evidentemente, me cuento entre los primeros. Es más, añado que esa es una de las mejores bazas de las que disponemos para promocionar el turismo. La naturaleza, la gastronomía –sidra incluida, por supuesto- y el patrimonio cultural del Principado son reclamos turísticos envidiables para cualquier comunidad autónoma.
Empecé por la cultura sidrera, pero también podría resaltar todas las apuestas por las marcas de calidad, como el programa Asturias, cocina de paisaje, concebido para aprovechar el potencial gastronómico al tiempo, favorecer la desestacionalización.
Entre los grandes hitos vinculados a este proyecto están la celebración del World Cheese Awards y el Congreso FéminAS, dedicado a la gastronomía, las mujeres y el medio rural. Por no añadir el notable crecimiento asociado a las rutas jacobeas que recorren Asturias –en especial, el Camino Primitivo que nace en la capital, Oviedo- y a la celebración del Xacobéu, que se prolongará durante este año.
Permitan que recopile. Encadenamos ejercicios en los que hemos elevado el número de visitantes y de estancias en todos los tipos de alojamientos. La desgraciada crisis sanitaria, con sus perjuicios para el sector, ha fortalecido la imagen de Asturias como un destino atractivo y seguro. Y ahora confluyen circunstancias –los planes de sostenibilidad, la próxima conexión con la alta velocidad y el aumento de vuelos internacionales, la creciente valoración de nuestro patrimonio cultural- que pueden abrir las puertas de Asturias a otra dimensión turística. Este año, además, nos corresponderá asumir la coordinación de la España verde –la marca en la que participamos con Galicia, Cantabria y el País Vasco-, con el objetivo prioritario de reactivar el turismo extranjero en la cornisa cantábrica, un propósito que todos compartimos.
Concluyo. Acabo de asegurar, con plena convicción, que estamos a las puertas de que el turismo asturiano entre en otra dimensión. El Gobierno del Principado –y, de manera muy especial, la Consejería de Cultura y la Viceconsejería de Turismo- hará todo lo posible para abrirlas de par en par. Les prometo que, como siempre, lo haremos de la mano de ustedes, los empresarios y empresarias del sector.
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